Teatro Español y Naves del Español

Una luna para los desdichados

de  Eugene O'Neill
Una luna para los desdichados
FechaDel 29 de marzo al 27 de mayo de 2012
Precio

Entradas 22€. martes y miércoles 25% dto.

Hora

De martes a sábado 20.30h. domingos 19h.

Duración
2h. 30 min. con intermedio

La luna para los desdichados de Eugene O'Neill no es solamente una gran obra del teatro estadounidense, sino del teatro mundial. Es una obra poética, romántica, triste y plena de humor amargo y salvaje. Los personajes solamente podía crearlos O'Neill. Son irlandeses asentados en los Estados Unidos: Jim Tyrone, el hijo mayor de un actor rico y famoso, un hombre perdido, que conocimos anteriormente en la gran obra autobiográfica de O'Neill, Largo viaje hacia la noche, quien, en realidad, es el hermano mayor del propio autor. Está enamorado de, Josie, la hija de un pobre granjero inmigrante irlandés, Phil Hogan, aparcero en las tierras de los Tyrone. Durante un día y una noche de luna llena, todos los personajes bromean y ríen mientras sus corazones saltan en pedazos. De hecho, esta obra es una elegía dedicada por Eugene a su desdichado hermano James.

 

John Strasberg

 

 

 

 

Una luna para los desdichados (1943) fue la última obra larga que escribió Eugene O’Neill estando ya muy enfermo a causa de una afección que le producía tal temblor en las manos que apenas podía sujetar la pluma. Sin embargo, durante este período consiguió escribir tres de sus más grandes obras, Aquí está el vendedor del hielo, Largo viaje hacia la noche y la que hoy nos ocupa, la última de ellas. Con anterioridad había obtenido cuatro premios Pulitzer y el Premio Nobel de Literatura.

 

Una luna para los desdichados ha sido ignorada durante largo tiempo, al considerarla una obra menor en comparación con su autobiográfica Largo viaje hacia la noche. Sin embargo, es mi favorita, la que encuentro más hermosa, plena de romanticismo y de poesía.

 

Creo que algunos dramaturgos son los fundadores y los cimientos del teatro de su país. En Shakespeare radican los fundamentos del teatro británico, en Moliere y Racine residen los del teatro francés y Lope de Vega es el germen del teatro español. Los dramaturgos definen el tipo de trabajo que actores y directores de cada cultura deben llevar a cabo para poder ser apreciados como representantes de sus grandes artistas. Eugene O’Neill y Tennessee Williams son los fundadores del teatro de los Estados Unidos. La obra de O’Neill es tan profundamente personal, íntima y poéticamente realista que todo actor y director estadounidense ha de ser consciente de que, si desea ser respetado como artista, ha de ser, por su parte, profundamente personal, sincero y auténtico. Eso es exactamente lo que deseo que sea este montaje: intensamente natural y genuino. Que, noche tras noche, se mantenga vivo, irradiando experiencia personal e intuición. He intentado inculcar este concepto en el proceso de ensayos para que los actores, dentro del armazón del texto, no sepan exactamente lo que ninguno de ellos va a hacer. Porque se trata de una obra de actores. No creo que sea una obra de director: ciertos textos requieren del director la elaboración de un mundo específico, incluyendo espacio escénico, vestuario e incluso la manera en la que han de comportarse los actores, como es el caso de algunas obras de Brecht, la Comedia del Arte o el teatro Kabuki. O de algunas obras clásicas y algunas comedias. Sin embargo, yo quería poner en pie un montaje moderno, sin atender, como es costumbre, a las descripciones tan detalladas que O’Neill escribió en sus muy exhaustivas y copiosas acotaciones. Espero haber creado un mundo donde la obra y sus personajes se muestren como individuos que el público pueda reconocer como parte de su propia experiencia.

 

Al planificar la obra en español, lo primero que hicimos fue pedir una nueva versión a Ana Antón-Pacheco. Cuando la leí, tuve la impresión de estar leyendo la obra en inglés. Ana ha captado el lenguaje y la musicalidad del texto original, comenzando por la traducción del título. La obra se conocía en español como “La luna para el bastardo”. Pero “bastardo” es una desafortunada traducción del problemático término bíblico “misbegotten”. Finalmente nos decidimos por “desdichados” porque, en mi opinión, se aproxima mucho más a la intención del autor. Trasladar una obra desde un idioma y una civilización específicos a un ámbito cultural tan diferente no es tarea fácil. ¿Se debe traducir literalmente, intentando ser fiel al autor, palabra por palabra? ¿O se debe intentar adaptar la obra al idioma y al público de la otra cultura de tal forma que la intención y el lenguaje del autor lleguen a los miembros de esa cultura de la misma manera que el autor lo hace a sus propios conciudadanos? Yo he elegido la segunda opción, por lo que hemos ido encajando el texto durante los ensayos.

 

El decorado no se atiene al tradicional realismo desfasado que describe O’Neill. Ni mi elección del sonido y la música de este montaje parten de sus acotaciones. No obstante, creo ser fiel al espíritu de la obra. Después de todo, estamos en el siglo XXI y no creo que las obras teatrales hayan de preservar la misma envoltura durante siglos. De ser esto cierto, los museos estarían llenos de manzanas, ignorando las diferentes maneras en las que cientos de pintores las han representado. He optado por ello porque deseaba que inmediatamente se percibiera de dónde proceden los personajes, y porqué son tan diferentes las vidas de Phil y Josie de la vida de Jim. Me parece interesante que Phil Hogan, el padre de Josie, pertenezca a la misma generación que el padre de Jim Tyrone, James. Ambos eran pobres inmigrantes de origen irlandés, pero James Tyrone se convirtió en un acaudalado y famoso actor, de quien Phil era un humilde aparcero, lo que raramente se ha tenido en cuenta en muchas ocasiones.

 

Espero haber logrado mi propósito. Antes que nada, confío que este montaje sea para ustedes una agradable experiencia teatral ocasionada por el placer de haber compartido las emociones y sentimientos de los personajes. O’Neill, como Valle-Inclán, era de origen celta. Ambos, disfrazados de dramaturgos, son poetas que poseen un feroz y extraordinario sentido del humor. Esta cualidad procede de haber superado una experiencia dolorosa. Los irlandeses han sobrevivido la destrucción sistemática de sus vidas a manos de los ingleses durante cientos de años. Benditos sean. Irlanda es tierra de poetas y soñadores. Aunque mi padre, seguramente, les habría advertido, como lo hizo conmigo hace tiempo, “Johnny, menos soñar y más trabajar”. Aún así, me encantaría comer y beber con ellos. Y con Jim, Josie y Phil. Espero que ustedes sientan lo mismo.

 

John Strasberg

Ficha artística y técnica
Dirección John Strasberg
Con Mercè PonsGorka LasaosaJosé Pedro CarriónEusebio PoncelaRicardo Moya

Ayudante de dirección Emilio del Valle
Versión Ana Antón Pacheco
Iluminación José Manuel Guerra
Escenografía y vestuario Elisa Sanz
Espacio sonoro Jorge Muñoz
Cartel Sergio Parra

 

UNA PRODUCCIÓN DEL TEATRO ESPAÑOL

 

(Disponible para descargar de forma gratuita LA DIABLA 5, Revista Pedagógica del Teatro Español, dedicada a UNA LUNA PARA LOS DESDICHADOS, en la sección "Revistas Pedagógicas" o en la pestaña DOCUMENTOS)